Sun Shower Blog

sábado, 29 de marzo de 2008

Recordando...

El siguiente texto tiene casi 3 años a sus espaldas. No quiero añadir detalles y prefiero dejarlo tal cual, descontextualizado.
La nostalgia es un sentimiento que, a medida que cumplo años, me invade con más y más asiduidad. No importa lo feliz que aparentemente me pueda sentir, siempre recuerdo que hubo otros días, otras épocas en las que fui más joven, más desenfadado, más libre, más noble, más inocente, más soñador.

Un torrente emocional recorre todo mi cuerpo cuando mi mente y mi corazón viajan al pasado y vislumbro lo que fui, lo que sentí.
Si ha habido un año especial en mi vida y que me haya marcado ese ha sido, sin la menor duda, 1999. En Febrero de ese año me licencié, dando así término al periodo de nueve meses de servicio militar, por aquel entonces, obligatorio. Muy poco después conozco a través del IRC, y gracias al ¿azar? (yo lo llamaría destino) a Moi y Javi, dos chicos estupendos y embarcados en un proyecto apasionante, una página web sobre videojuegos. Y resultan ser de Tenerife como yo.
Al día siguiente los conozco, y puedo decir con orgullo que siguen siendo dos de mis mejores amigos (Javi no importa lo lejos que estés, no me olvido de ti).
¿Por qué no lo llamo azar? Es el destino que, desde el taller de carpintería del padre de mi nuevo amigo Moi, una noche de madrugada y chateando de nuevo por el IRC conozca a la persona que más me ha marcado en esta vida. Alguien que me hizo soñar de nuevo. Tú (caitlin) me caíste muy bien desde el principio y pronto noté como una conexión entre nosotros, como un magnetismo que no había sentido antes (y no he vuelto a sentir aún).

Te conozco en persona, y aún más maravillosa me pareces. Salgo contigo, al monte, al cine, y me invade la sensación de estar junto a un ser que desprende un calor humano infinito. Y me siento arropado, protegido, escuchado, en armonía conmigo mismo. Me doy cuenta que podría pasar horas y horas a tu lado, y sin necesidad de intercambiar palabra alguna. Sólo disfrutando de tu compañía. Los sentimientos no se razonan, escapan a toda lógica, y poco a poco comienzo a sentir un amor profundo y sincero hacia ti. Pero, ¿cómo es posible? Apenas he compartido unas horas contigo, y sin embargo, parece como si te conociera desde siempre. "No vueles demasiado alto" me habían dicho. Yo fingí escuchar, pero lo cierto es que me dejé llevar y me elevé, más allá del cielo infinito y, antes de darme cuenta, sentí que tropezaba y comencé a caer. Desciendo a tanta velocidad que mis ojos se inundan de lágrimas y el golpe es sumamente doloroso. El dolor físico se cura con mucha más rapidez que el dolor emocional.


Si ahora viniese mi Ángel de la guarda y me dijera que me permite cambiar algo de aquel verano, yo simplemente respondería que sólo querría cambiar una cosa. Habría deseado encontrar el valor que siempre me parece faltar. Para de ese modo, en la noche del sábado 26 de junio, tras bajar de Ucanca y al despedirme de ti (mi MuSa) en frente del Hotel Contemporáneo, haberte plantado el beso que siempre quise darte. Sólo cambiaría eso, y absolutamente nada más.

Tras todo lo acontecido, el ir y venir de miles de pensamientos, comienza el distanciamiento. Nos alejamos el uno del otro cada vez más, y casi sin darnos cuenta. Tu Amor pertenece a otra persona, y aunque yo lo sé e intento asumirlo con todas mis fuerzas, mi frágil corazón se resquebraja, como un casquete polar sometido a un calor intenso. Mi mejor consuelo es mi amigo incondicional, el llanto. Ése que acude a mí siempre que lo necesito y me ayuda a derramar las emociones más intensas de mi alma, ésas que no soy capaz de contener en mi interior.

Continúa la separación, salpicada únicamente de esporádicos encuentros que no llevan a ninguna parte. Me siento desesperado. Pasan primero los días, luego las semanas, después los meses y finalmente los años. Y una angustia implacable atenaza mi corazón: no volverte a ver nunca más. Esa idea me desespera, y cuando pensaba en ello, sentía una profunda tristeza que ahora no soy capaz de describir con palabras. Fue lo más desolador que jamás llegué a sentir.
Han de pasar varios años, tantos como cinco. Yo he intentado ponerme en contacto contigo sin éxito. Tú has intentado localizarme, con el mismo resultado. Finalmente, dejo un mensaje por teléfono, y ese mensaje es transmitido.

Verano de 2004, hace casi un año, recibo un sms en mi móvil mientras estoy en el trabajo. No puede ser. ¡Eres tú! Estás viva. Mis nervios a flor de piel, tras varios intentos fallidos por mi parte de llamarte (¡maldita cobertura!), decido salir fuera a la calle, delante de mis jefes, sin dar explicaciones y marco el número. Y la dulce voz que casi había llegado a olvidar me envuelve de nuevo.
El Amor es como la energía: ni se crea ni se destruye, simplemente se transforma. Nos rodea, forma parte de nosotros y nosotros de ella. En mi interior había equilibrio. Eras ahora una amiga recuperada, un tesoro redescubierto, rescatado de las profundidades de un océano de nostalgia. Los que me conocen saben bien lo feliz que estuve de recuperar el contacto contigo. No me sentía tan pletórico desde que te había conocido. Y tuviste que ser tú la que me devolviera esas ganas de vivir. Eres un huracán de emociones: inestable pero pletórico e intenso. Maravillosamente intenso. Más de tres años para sentirte como una amiga, perdida pero sólo una amiga. Muchísimo menos de un año para volver al punto cero.

Mi equlibrio se rompe. Y ahora, ¿qué? Me siento perdido. Siempre me querrás, siempre serás mi amiga. Y yo sé que soy afortunado, enormemente afortunado. Pero en el fondo también soy egoísta. ¿Seré capaz de conformarme? ¿Podré mantenerme firme, en el lado correcto? ¿O acabaré traspasando la línea de mis sentimientos? Si lo hago, volveré a caer y me lastimaré una vez más. Si me niego, estaré mintiéndome a mí mismo; seré víctima de mi propia traición.
Y ahora lo sé. Por fin lo he comprendido. Yo no te había "olvidado", simplemente había recluido tu recuerdo en un rinconcito de mi corazón. Y a tu alrededor había levantado, lo que yo creía era un resistente muro de piedra. Ojos que no ven, corazón que no siente. Ojos que vuelven a ver, no importa cuántos muros hayan en medio, se vienen abajo. Pase lo que pase, tú seguirás ocupando un espacio dentro de mí. Y jamás serás olvidada. ¡Jamás! Te quiero mucho.

PD: Los que me conocen bien, saben perfectamente a quién hace referencia este texto. También saben que últimamente no publico esta clase de entradas en mi blog, pero hoy es el cumpleaños de alguien especial, y le prometí un regalo.

3 Comments:

  • Muchísimas gracias.
    Tienes razón, prefería leer un poco del libro de tu vida, aveces en nuestras retinas guardamos las más bonitas historias de amor, aunque pertenecieran a otra galaxia.

    Aveces si miramos hacia atrás de reojo podemos observar que hemos sido por instantes las personas más afortunadas del mundo.

    >Nunca te dejes convencer.

    Mua!ª

    Muchisimas gracias por este regalo de cumple!

    By Blogger Wendy, at 07:58  

  • guooo esto sin duda es impresionante
    necesito mas entradas como esta ;)

    By Blogger ***SaRa***, at 18:12  

  • Está muy bien el texto.

    Al principio he sentido un poco de angustia, pensar en perder al amor de tu vida y estar tanto tiempo añorándolo debe ser de lo más doloroso que hay, se me encoje el alma de pensarlo.

    Pero me alegro que retomarais el contacto y espero que os vaya bien :) a veces las esperas tienen su recompensa.

    Tu texto me ha recordado a un pequeño fragmento de uno que escribí hace unos meses:

    "... Y tarde o temprano comprobarás que aquel que paciente sabe aguardar
    consique llegar mucho más lejos que los demás,
    hasta donde sus alas quiera llevar. "

    ;)

    By Blogger Lib, at 19:14  

Publicar un comentario

<< Home